martes, 14 de agosto de 2012

Proof de John Madden o el drama de heredar el talento


A Roberto Bravo, en celebración de nuestras felices coincidencias.


Ya parece un lugar común asociar el ejercicio de la matemática a la locura; el cine no escapa de esta tendencia. Las pocas veces que el séptimo arte nos ha hecho el honor de incluir la disciplina en sus líneas argumentales, los papeles de matemático suelen estar asociados a desórdenes mentales. Si nos damos un paseo por este "género" conseguiremos cosas buenas o bastante aceptables como π, ópera prima de Darren Aronofski; En busca del destino (Good wil hunting) de Gus Van Sant o la muy popular Una mente brillante de Ron Howard, a la que no le quedaba más remedio ya que se trataba de la vida de John Forbes Nash, un matemático esquizofrénico que se hizo acreedor al premio Nobel.

Algún lector me podrá ripostar con algo como El espejo tiene dos caras de Barbra Streissand, pero no dejará de reconocer que el personaje aburrido de la película es precisamente el matemático y no la profesora de literatura, por lo cual no nos abandonan aquí los estereotipos. (Bueno... no podíamos esperar que la Barbra asumiera el papel de fastidiosa en su propia película, pero de haber sido una matemática divertida hubiera logrado varias redenciones: como mujer, como matemática y en favor de una disciplina estigmatizada por sus estereotipos.) Otra cinta que le podrían echar en cara a mi tesis es Los crímenes de Oxford de Alex de la Iglesia, donde el principal defecto del protagonista matemático es una profunda vanidad, y aquí no habría nada que decir pues se identifica mucho de eso en el medio.

John Madden, que en los días que corren pasó muy fugazmente por nuestra cartelera capitalina con El exótico Hotel Marigold y quien se ganó el Óscar (e hizo que lo ganara Gwyneth Paltrow) con Shakespeare apasionado, dirigió en el año 2005 una de esas películas que nuestros distribuidores nacionales deciden que no es para nosotros. Se trata de Proof (en España se llamó La verdad oculta), una película en la que repite a Gwyneth Paltrow colocándola al lado -nada más y nada menos- de Sir Anthony Hopkins. Ambos muy aceptables en sus papeles (Hopkins destaca más que Paltrow) pero, a su pesar, la película no deja de arrastrar cierta lentitud que a ratos es exasperante.


Lo cierto del caso es que Hopkins interpreta a Robert, un matemático (loco... ya no hay sorpresas) que comienza como un hombre de producción brillante en sus años mozos -otro estereotipo, pero esta vez dentro del propio ambiente matemático- época en la que produce una obra extraordinaria (aparentemente en teoría de números) antes de que su mente colapsara. Catherine (Paltrow), una de sus hijas, se plantea en un momento dado seguir carrera matemática y su propio desempeño en la disciplina la pone frente al dilema más grande de su vida: ¿qué ha heredado de su padre: la genialidad o la locura?

Claras o veladas aparecen en este drama críticas a sacrosantas instituciones. La Academia no es más que una cobarde agrupación de individualistas buscadores de gloria, capaces de solidaridad cuando ya ésta no implica compromiso alguno; no de otra manera se puede interpretar el discurso de Catherine en el velorio de su padre. Las relaciones familiares (o la familia misma) las representa Claire (Hope Davis, impecable), una hermana atosigante, citadina, desdeñosamente segura de sí misma, de hábitos fijos y vida calculada que consigue agudizar en Catherine la dramática duda, hilo conductor del argumento de la película.

A pesar de las actuaciones y lo interesante del tema, la película carece de la fuerza necesaria para inquietar al espectador con su hilo narrativo. Hay momentos de alta intensidad dramática, casi todos con la presencia de Hopkins, pero son hitos aislados en una película de muchas discontinuidades. Por su parte, Paltrow, aunque correcta, no logra convencernos del todo ni hacernos sufrir con su drama personal.

En cuanto a la matemática respecta, he leído críticas que la conciben dentro de la trama como accesoria; en opinión de estos críticos cualquier otra disciplina científica hubiera insertado bien. No consigo manera de argumentar en contra, pero es difícil pensar cómo un grupo musical integrado por científicos afines pueda "escribir" una canción que consista en tres minutos de silencio, a menos que la canción se llame i. Por otra parte, las alusiones a los primos de Germain o al número 1729 en relación a Ramanujan son absolutamente prescindibles.

La película está basada en la obra teatral del mismo nombre de David Auburn, (en youtube se se consigue en dos partes: ésta y ésta) quien funge de coguionista del film. Gwyneth Paltrow hizo el papel de Catherine en algunas representaciones de la obra en Londres.

4 comentarios:

  1. Me agradó leer tu artículo y trataré de conseguir una copia de la película aludida. Las películas en las que interviene Anthony Hopkins siempre es de esperar que sean dignas de ver.En cuanto a la temática, las manifestaciones del carácter extravagante y poco formal, más bien excéntrico de muchos matemáticos y físicos (donde la esquizofrenia sería como la cota superior o inferior, según el gusto personal)son casi una convención social. La serie televisiva que lleva en su nombre al big bang (no recuerdo su título exacto)explota comercialmente esos razgos. Seguramente leiste la entrevista que le hacen a Jhon Milford en Newsletter de la European Mathematical Society y verías que alli se lleva más agua para ese molino cuando el aludido manifiesta que el único sitio donde se sintió adecuado socialmente fué en el departamento de matemáticas dónde estudió y donde ha consumido gran parte de su vida. Hace poco adquirí (que no adqueri)los 2 tomos de la biografía de Von Newman y Wiener. Tengo entendido que éste último también fué un brillante excéntrico.

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  2. Muy buenas acotaciones, Pablo. Gracias por participar. La serie televisiva a la que te refieres es "The big bang theory" y, ciertamente, el personaje principal (que se entiende es el más brillante de todos)es bastante excéntrico.

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  3. Hola Mano, que buena idea la de tu blog. No he visto estos films que refieres aunque "Pi" de Darren Aronofsky, la queria ver, pero cuando la proyectaron en la cinemateca en Caracas no estaba subtitulada. Te recuerdo tambíen un gran film: ""Good Will Hunting" llamado "El Indomable" en España, "En Busca del Destino" en Hispanoamérica y "Mente Indomable" en México es una película de 1997 dirigida por el director Gus Van Sant.

    La película obtuvo 9 nominaciones a los Óscar (ganando dos de ellos: uno al Mejor guion original, para Matt Damon y Ben Affleck y el otro al Mejor actor de reparto para Robin Williams). Esre film recoge todos esos afectos o algunos demonios humanos que posee un personaje, donde debe enfrentarlos aun teniendo la gran via prodigiosa del talento matemàtico siendo un joven muy resentido. No se si la viste solo lo anexo para que lo tengas pesente en tu texto que describes, sobre films donde se incluye la ciencia de los numeros o de la fuerza y energías en el caso de la física. Un abrazo seguieremos en contacto en mi face hay algo q escribi últimamente sobre el film de Visconto Rocco y sus hermanos, de la que hice foro o conversatorio el día q la proyectaron en el chaplin.

    Henry José Lara

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    1. Gracias por comentar, Henry.

      Todas las películas que nombro suelen ser películas ya vistas; en caso contrario, hago la acotación correspondiente. La película de Damon y Affleck, con una muy buena actuación de Minnie Driver, muy poco comentada por cierto, me pareció muy buena. Refleja, entre otras cosas, el drama del matemático que está perdiendo su fuerza creativa. Como comento en la entrada, dentro del ambiente matemático se suele creer que la fuerza creativa se agota antes de los 40. Creo que hay abundantes contraejemplos, pero no he hecho el trabajo de buscarlos.

      Leeré tu comentario sobre "Rocco y sus hermanos", película que me gustó muchísimo por su positivo sentido de lucha por la vida.

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