martes, 27 de noviembre de 2012

Rithmomachia: espíritu y acción



La entrada anterior nos dejó con la oferta de mostrar las intimidades de Rithmomachia; tomando en cuenta que ya va para un mes y nada de nada, pareciera una oferta vana. Lo que pasa es que el día 20/11 fue el martes de la Semana de la Filosofía de la UCV, dedicado ese día a los medievales y recibimos de parte de la profesora  María Guadalupe Llanes -organizadora del evento- una amable invitación a participar en la mesa. Esa invitación nos obligaba a ordenar con cierta rigurosidad lo que hasta ahora hemos venido aprendiendo del juego.

No podíamos imaginar la acogida que el mismo recibiría. El interés fue general, tanto en los ponentes como en los asistentes. Realmente, Rithmomachia es una propuesta atractiva. Sin embargo, como contábamos con apenas treinta minutos, solo pudimos dar un vistazo general que fue casi como la entrada del blog anterior a ésta. Fuimos con una presentación pdf, a la que llamamos  Rithmomachia: batalla rítmica de los números y que ustedes pueden descargar haciendo click en el nombre; en ella conseguirán algo de la historia del juego, sus fundamentos y sus reglas. Está pensado como una presentación, así que debe leerse como tal.

Sin embargo, es bueno aclarar que el anterior no puede considerarse un documento definitivo. A medida que vamos conociendo el juego aparecen nuevos documentos y nuevas voces con las que entramos en contacto: unas veces reafirman nuestras ideas, otras nos las cambian. En este mismo momento, una afirmación que hicimos de manera tajante en la presentación está sujeta a revisión. Así que ya saben.

Lo que andamos buscando en este momento es construir un conjunto de reglas a las cuales podamos llamar "reglas venezolanas de Rithmomachia". No se vaya a creer que con esto estamos haciendo una especie de búsqueda iconoclástica de originalidad. No. Por el contrario, es posible que no estemos haciendo otra cosa que seguir el espíritu medieval; Ann Moyer, una de nuestras fuentes principales, nos dice (Pág. 12): "Las reglas de juego estaban sujetas a cierto número de variaciones. En realidad, algunas fuentes sugieren que los jugadores podían acordar de antemano reglas específicas, dando así la posibilidad de jugar de acuerdo a los niveles de habilidad." (La traducción es mía, así que disculpan cualquier error o inexactitud.) Pero nosotros seguimos consultando.

Por lo pronto, las actividades del Club Venezolano de Rithmomachia (con sede en la UCV) van hacia adelante, aun cuando no tenemos la aceptación oficial de la institución, la cual estamos esperando. Hasta ahora hay una treintena de personas en su nómina, aunque no todos ellos han comenzado a jugar. Pero en realidad es muy fácil hacerlo. El documento anterior anterior muestra que una cartulina resistente es un buen material de construcción del tablero y las piezas. Si no disponen de un compañero cercano para jugar, pueden hacerlo con alguno que esté a distancia: en el documento se describe la notación algebraica -desarrollada por nosotros mismos- para describir cada jugada.

También estamos en la construcción de nuestra plataforma de comunicación;
tenemos correo electrónico:
club.rithmomachia.ucv@gmail.com;
síguenos en twitter por
@rithmomachiaucv
y además disponemos de un blog
http://rithmomachiaucv.blogspot.com.

Todos los instrumentos anteriores estarán a la disposición de las personas que quieran sumarse a cualquier actividad relacionada con Rithmomachia. De hecho, el blog estará abierto a las colaboraciones las cuales, por supuesto, se publicarán con el nombre del colaborador y deben ser enviadas al correo electrónico antes de su publicación, incluyendo sus gráficas, si fuera el caso. Como es de esperar, las modificaciones que hagamos al documento Rithmomachia: batalla rítmica de los números, también serán notificadas en el blog oportunamente.

El Club Venezolano de Rithmomachia es venezolano porque nació en nuestro país, pero no está cerrado a la participación de ciudadanos de otras latitudes que quieran acompañar nuestra inquietud con las propias. De hecho, la historiadora estadounidense Ann Moyer ya es miembro del club y hemos cursado solicitudes de aceptación de membresía a otros conocedores, que nos han dado su apoyo en el conocimiento de las interioridades del juego y su historia.

jueves, 1 de noviembre de 2012

Rithmomachia: un juego serio (¡como todos los juegos!)



La culpa de todo la tiene Tomás Guardia. ¿A quién se le ocurre presentarse con un juego en la sesión de Historia de la Matemática en las Jornadas de la Asociación Venezolana de Matemáticas? ¿No se da cuenta este señor que a esas Jornadas asiste gente seria, que no se anda con jueguitos? En una sesión de historia de la matemática uno espera ver desarrollos históricos de teorías, generación de teoremas y métodos, la evolución de los conceptos en el siglo XX, etc. Pero no: este caballero se aparece con un juego... y de paso, dice que es medieval. ¡Ni siquiera se le ocurrió traer algo diseñado por computadora para tal vez meterlo en un DS u otro dispositivo parecido! Pero no hay nada que se esparza más que la mala conducta: el hombre ha logrado difundir su virus y ya tiene un poco de gente con la cabeza clavada en el dichoso jueguito medieval.

Bien... bromas aparte, hay que reconocer que Tomás es una persona tan estudiosa como persistente. Siendo apenas un imberbe adolescente ya andaba por esos mundos de Dios leyéndose cosas como la Historia de la Matemática de David Eugene Smith, donde supo por primera vez de la existencia de Rithmomachia. Pero, ¿a qué cosa puede darse ese nombre tan raro?

El currículo de las universidades de la edad media se concentraba en las llamadas siete artes liberales, divididas en dos grupos: cuadrivium y trivium. El primer grupo (formado por aritmética, geometría, astronomía y música) fue una creación de la lejana escuela pitagórica. El segundo grupo (gramática, dialéctica y retórica) se completó en la propia edad media. Si de alguien se puede decir que conoció todas estas disciplinas es de Anicio Manlio Torcuato Severino Boecio, conocido simplemente como Boecio (Roma, 480 – Pavía, 524). Este erudito escribió, entre otras muchas cosas, un libro de aritmética en el que, sustentado en textos del pitagórico Nicómaco, estudia la teoría de números pitagórica. Pero esta última es, a su vez, una teoría de las proporciones asentada sobre la supremacía del número entero, entendiendo por tal lo que hoy conocemos como naturales mayores que uno. De hecho, el uno o mónada (μονασ) ni siquiera se asimilaba al concepto de número o arithmos (αριθμοσ), sino que era la materia que constituía a este último.

 El libro de Boecio tuvo una vigencia escandalosa; algunos hablan de 800 años, otros de 1000. En todo caso, esta inusitada duración muestra cuál fue el avance de la matemática en la Europa medieval. La figura al lado (conseguida en el texto Margarita Philosophica de 1503) muestra a Boecio compitiendo ventajosamente en un cálculo con el propio Pitágoras, quien ha de perder la competencia pues usa un ábaco frente a la sencilla disposición posicional del sistema arábigo manejado por Boecio. Observa el enfrentamiento la aritmética, humanizada femeninamente. La ilustración es anacrónica, no tanto por el hecho de que estén Pitágoras y Boecio sentados en el mismo lugar, sino más porque la numeración arábiga no conquistó a Europa sino muy entrado el Renacimiento, ya que el viejo continente se mantuvo aferrado a la pesada y poco práctica numeración romana. Evidentemente el autor de Margarita Philosophica era un hombre de una gran cultura y una mentalidad muy avanzada para su época.

En realidad Boecio no hace matemática con su Arithmetica, su esfuerzo es esencialmente taxonómico: se dedica a definir y clasificar los diferentes tipos de razones de números enteros que dejó el pitagorismo y el post-pitagorismo. Posiblemente se necesitaba una gran laboriosidad memorística para presumir del conocimiento de todas estas relaciones numéricas. Y entonces (¡suenen las trompetas, por favor!) a alguien se le ocurrió que un juego podía ayudar en la labor. Y así nació Rithmomachia.

Voy a ser cacofónico: el juego es juguetón hasta con su propio nombre. Rithmo es una idea musical: después de todo, para el pitagorismo la astronomía era la geometría de las estrellas y la música la aritmética del sonido. Pero Rithmo apocopa a arithmos, el número. Machia, por su parte significa "batalla". Así que quien juega Rithmomachia asiste a la batalla rítmica de los números. En el renacimiento, Ralph Lever y William Fulke escribieron un manual de Rithmomachia, en el que atribuyen la autoría del juego al propio Pitágoras. Pocas posibilidades de ser verdadera tiene esta afirmación, pero el espíritu de la escuela pitagórica ronda cada uno de los cuadros del tablero de juego y del movimiento de sus piezas.

Según la historiadora norteamericana Ann Moyer, especialista en edad media y en Rithmomachia, el juego fue tan consustancial al currículum de la época que acabado éste desapareció el juego. (Por cierto, por empeño de Tomás tuvimos la suerte de conocer personalmente a Ann y maravillarnos de sus profundos conocimientos en las aulas de la Universidad Central de Venezuela.) Pero nada se muere completo: la vida latente gana la posteridad y hoy, cuando resurge la visión pitagórica del mundo incluso en las concepciones de la física moderna, hay quienes están intentando poner sobre la mesa de nuevo los tableros de Rithmomachia.

Como ya comenté, Tomás Guardia es uno de estos neonatólogos históricos quien, desde su adolescencia (que no está tan lejana si a ver vamos) ha venido persiguiendo el juego en busca de sus enseñanzas, al punto de invertir una buena cantidad monetaria en la adquisición de un tablero fabricado en Gran Bretaña. Logró contagiarme de su entusiasmo pero, dado mi carácter de provinciano habitante de territorio de artesanos, busqué una solución artesanal. Es la que ven en la composición fotográfica que inicia esta entrada.

Producto de este entusiasmo contagiado hemos desarrollado una sencilla notación algebraica que nos permite jugar a la distancia, lo que se ha convertido en una fuente de posterior contagio a otros candidatos y ahora resulta que está por presentarse pública y oficialmente, dentro de poco tiempo, el Club Venezolano de Rithmomachia, con sede en la UCV. Hay un solo requisito para formar parte del club: tener ganas de jugar Rithmomachia.

Por supuesto, para lograr esto último hace falta hablar de las intimidades del juego, pero ya la entrada sobrepasa los estándares de longitud que me he propuesto para este blog, así que se las dejo para después.